En México morirse no es pretexto para dejar de comer lo que nos gusta, prueba de ello son los platillos especiales que sólo se preparan en Día de muertos. Si hay algo que nos distingue como mexicanos es nuestra cocina, llena de aromas, sabores y tradición.
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Las ofrendas de Día de Muertos ya son mundialmente conocidas, no sólo por sus colores y elementos artísticos, sino por sus platillos únicos, por ello te presentamos 5 delicias que sólo se pueden consumir en esta temporada de muertos.
Su nombre lo dice, es un pan que sólo se prepara en esta época del año, pues su elaboración va más allá de la mantequilla, azahar y azúcar. La elaboración de este pan tiene sus raíces en la época de los sacrificios humanos; como parte del ritual, nuestros antepasados prehispánicos sacrificaban a una princesa sacándole en corazón aun latiendo y lo depositaban en una olla con amaranto, posteriormente quien encabezaba el ritual mordía el corazón en agradecimiento a un Dios.
Con la llegada de los españoles en 1510, este ritual fue sustituido con la elaboración de un pan que representaba el corazón, bañado con azúcar roja que simbolizaba la sangre. En la historia mexicana hay muchos tipos de pan de muertos que tienen su propia clasificación. Los Antropomorfos, son aquellos que tienen forma humana, y los zoomorfos tienen forma de animales y son característicos de Tepoztlán, Mixquic e Iguala de Telolapan.
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Un infaltable en la ofrenda mexicana de Día de Muertos es el mole, pues apenas se acerca la época en la que recibimos a nuestros antepasados fallecidos, el aire comienza a inundarse con el aroma a mole y guajolote. En Puebla, de donde es originario este platillo, el mole se sirve en la misma cazuela de barro donde fue cocinado, va acompañado de arroz a la mexicana, frijoles refritos y tamales de haba. El mole poblano es básicamente una salsa realizada con chiles, especias, semillas, entre otros ingredientes como el chocolate y galletas trituradas, lo que le da su sabor tan único.
Este es postre de los muertos, y se elabora con el ingrediente estrella de esta temporada: la calabaza. Este tradicional manjar se prepara cociendo la calabaza con miel de piloncillo y canela. Se sirve caliente o fría, acompañada de leche, también hay quienes experimentan agregando otros ingredientes a la receta original, como ralladura de naranja, jugo de mandarina y algunas frutas de temporada como el tejocote y manzana amarilla.
Esta es la comida reina de cualquier celebración, especialmente la que hacemos para nuestros files difuntos, los tamales son un plato completamente irónico, festivo y social, desde su proceso de elaboración en donde la convivencia, risas e historia no pueden faltar.
Hay una gran variedad de tamales mexicanos, pero los más típicos son los que vienen envueltos en hoja de maíz y rellenos de pollo o cerdo. Para la temporada de Día de Muertos no pueden faltar los tamalitos llamados “corundas”, son pequeños triángulos de masa envueltos en hoja verde y se usan principalmente para acompañar el mole poblano. Son muy comunes en Michoacán, Jalisco y Colima.
Las calaveritas de azúcar y chocolate son el elemento principal de cualquier altar de muertos, y sirven tanto para decorar como para el deleite del paladar. Se trata de figuras en forma de cráneos con betún encima, o elaboradas enteramente de chocolate, con decoraciones coloridas, también se les coloca papel aluminio o tiras de colores para escribir el nombre de la persona a la que se le regala o el del difunto a quien se le ofrenda, además sus ojos y dientes se decoran con cuentas brillantes y lentejuelas.
Las calaveras de azúcar aparecieron para sustituir a los cráneos que en tiempos precolombinos se usaban en Tzompantlis con la finalidad de honrar a sus dioses.
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